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Sobre la película Trascendence (Wally Pfister, EE.UU, 2014)
Por Nicolás Quintero
El ser humano sueña constantemente con encontrar maneras de acercarse hacia estados cognitivos superiores para elevarse y acceder a un conocimiento que quizá le permita trascender y escapar a la misma muerte .
En este sentido es posible que la secuencia fílmica que mejor define esta experiencia es también la más enigmática de la historia del cine. Esto es, el desenlace de 2001: una odisea del espacio (1968). El viaje a la puerta de las estrellas está configurada con imágenes del espacio profundo tan potentes y cargadas de significado como de belleza indescifrable al que solo el espectador puede dar sentido. Frente a la ambivalencia de Stanley Kubrick, el escritor Arthur C. Clarke en la adaptación literaria daba explicación al Monolito a través de la presentación de una raza superior de pastores extraterrestres que recogen a Bowman y lo encierran en una prisión espaciotemporal.
El creador de los efectos especiales pioneros de 2001 Douglas Trumbull dirigió Proyecto Brainstorm (1983) una película revolucionaria que jugaba con la posibilidad de acceder la mente humana a través de dispositivos electrónicos y reproducir sensaciones que al final eran la clave para poder tener experiencias trascendentales cercanas a la muerte imprimidas con un halo casi religioso. Con el paso del tiempo y el desarrollo tecnológico disponible hoy en día cabe preguntarse si sería posible guardar un backup de las experiencias personales de alguien con el fin de poder encapsular su personalidad.
Es aquí donde entra en juego Trascendence (2014) dirigida por Wally Pfister , director de fotografía de La Trilogía del Caballero Oscuro (2005-2012) de Christopher Nolan (productor ejecutivo de está película), que mantiene los colores fríos y la estética minimalista.
El personaje protagonista que interpreta Johnny Depp es un gurú de la era digital que trabaja con la Inteligencia Artificial combinada con el desarrollo cognitivo para crear un superordenador cuántico que conectado a la nube sea capaz de tener emociones, esto es decodificar el auténtico significado de una conciencia inteligente y quizá del alma humana mediante las matemáticas.
Aunque él, más que cambiar el mundo lo que busca es poder entenderlo, su mujer y su mejor amigo buscan tratamiento para enfermedades como el cáncer así como acabar con la pobreza y en definitiva curar el planeta.
Partiendo de la presencia de una organización terrorista anti desarrollo tecnológico la película especula con la posibilidad de que fuera posible clonar la consciencia del protagonista, entendida a través de la bioquímica como impulsos eléctricos, capaces de reproducir recuerdos y pensamientos.
En definitiva la película narra la evolución de un programa informático que usando energía solar y computadores cuánticos se desarrolla y acaba expandiéndose por el planeta con intenciones humanistas, a modo de figura mesiánica. Y al igual que ocurría en 2001 con Hal 9000, posible alter ego del intelecto racionalista de Kubrick, de nuevo el ser humano se ve obligado a aislarse ante la presencia de un superordenador.
Quizá al genio matemático Gödel , que demostró que en un sistema formal hay proposiciones no demostrables le interesaría poder ver una inteligencia que ante la pregunta de un humano sobre cómo explicar la propia consciencia, no duda en responder preguntando al humano cómo puede él probar su propia consciencia.
Entonces a la hora de considerar los test de Turing y la pregunta de si podremos saber cuando una máquina es autoconsciente o de si simulan el pensamiento autónomo, esta excepcional película aboga porque toda Inteligencia Artificial que intente entender y emular los códigos de la consciencia humanos termina captando el carácter definitorio de su existencia.
Esto es: un conjunto finito de bloques de tiempo que progresivamente se desvanecen como lágrimas en la lluvia.